miércoles, 11 de enero de 2012

Un café no era suficiente...



Lo que más le molestó a Mirka de aquel encuentro fue toparse con su marido tal y como se lo había imaginado: apoyado sobre la barra, devorándose las secciones de economía de los periódicos.
Se sentaron en el último rincón del café sin ningún entusiasmo, mientras Mirka no dejaba de hablar. En aquel instante el diálogo, aunque fuera forzado, era lo único que podría recuperar una amistad que se había ido secando a fuerza de ignorarse.
El lugar era tranquilo y un poco oscuro. Ella hubiese preferido algo más próximo a la barra donde de vez en cuando el camarero pudiera envolverla con una mirada seductora. Estaba cansada de las cotidianas retahílas sobre la moralidad de la convivencia en pareja.
–¿Me eres infiel? –preguntó Marcial vertiendo su azucarillo en su corto de leche.
–En algo puedes estar tranquilo. Nunca te cambiaré por un puñado de cifras.
Marcial agachó la cabeza. Necesitaba descifrar el mensaje que se ocultaba detrás de la respuesta.