lunes, 20 de septiembre de 2010

SILENCIO...

En aquel camino,
las estrellas no te llevan a ninguna parte.
¡Ellos lo saben!, y por un instante creí,
que nadie antes había cruzado el sendero
en el que me encontraba,
donde la esperanza se convierte
en pared y techo.
Donde el cuerpo se hace piedra y tierra
que abandona su destino,
cuando al encontrarse con el reloj de arena,
se había traspasado el umbral de la noche.

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